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LA REINA BENÉVOLA

Foto del escritor: Nicolás GodoyNicolás Godoy

Libertadores conoce a su Reina

El diccionario define la palabra ‘reina’ como la monarca o soberana de un reino, una persona que por excelencia sobresale entre los demás. El barrio Libertadores de la Localidad de San Cristóbal al sur de Bogotá tiene su propia reina, una que no tiene corona y que en vez de ello usa un turbante, una que no viste de diseñador y que más bien tiene en su ajuar la ropa con la que baila y hace magia, una que no mueve los pies al compás ameno de una tonada de vals, sino que en su sangre negra lleva ritmos desde lo contemporáneo hasta lo folclórico, una que no trae joyas sino que prefiere llevar su cabello hasta las rodillas, usar maquillaje algo exótico y extravagante para el gusto de muchos, pero es que si no fuera por ello en las calles de este barrio popular de la ciudad, donde hay problemas de cualquier índole, no resonaría el nombre de la única persona que se ha atrevido a hacer un cambio real y significativo: ‘La Reina Africana’.


Son las cuatro en punto de la tarde del sábado y su majestad la Reina Africana está en clases de canto con Joan Roa de 25 años. Él aspira y sueña con ser cantante; cree, está seguro de que su majestad va a ayudarle a cumplirlo; en la clase, Joan aprende a manejar lo que al parecer sería su tono y volumen; su majestad, la Reina, con energía da la primera tonada: ―Omitutu onatutu iIleeetutu tutuayeeee―. Menos enérgico, el joven le sigue, su majestad evalúa la situación y le corrige, Joan dice: “me está enseñando (la Reina) cosas buenas y es buena instructora… es chévere” afirma que con otros, las cosas se aprenderían a ‘fuete’ con ella no. “Uno quiere aprender de ella, a uno le nace aprender por la manera en que es”.


La Reina Africana sube al trono

La Reina nació y se crió en Buenaventura, un lugar que está lleno de personas que saben lo que quieren y su majestad como buena porteña tuvo claras muchas cosas desde el principio. Una de ellas: querer andar por el mundo; conocer la Colombia que la ve crecer cada día como persona.


Llegó a Bogotá porque fue el lugar casi que preciso para iniciar todo este proceso, ella ve a la monumental capital de Colombia como el lugar donde uno puede lograr las cosas. Además en Buenaventura eran otros tiempos; la falta de oportunidades, el aumento de las brechas sociales, la falta de apoyo y demás factores, impidieron en cierta medida que su sueño iniciara en el Valle, pero no impidieron el hecho de que ella quisiera comerse el mundo y aprender desde las comunidades.


Convertir es hacer que una persona llegue a ser algo distinto de lo que era y la Reina Africana no se ‘convirtió’, siempre lo fue, siempre se sintió como tal. Ella recuerda que: “cuando pequeña estaba en Puerto Merizalde mirando la playa, lontananza y yo sentí que yo debía un día ir a África y me sentía muy africana desde niña”, pero el carácter, su alter-ego que es más conocido que su propio nombre, llegó a España cuando hacía sus estudios de bachillerato, según ella le decían: “¡Oh! tú eres una Reina Africana… Eres la diosa Africana, siempre me estaban metiendo pa’ allá”, afirma.


Le han dicho hasta Diosa Egipcia, pero se quedó con la ‘Reina’ porque “por donde lo vean soy la Reina Africana” lo dice muy orgullosa y no utiliza su nombre real. Juan de Dios Mosquera le dijo que “Reina Africana es para el cheque, para que todo el mundo te llame así” se siente encantada, orgullosa de que le digan como tal y se siente extrañada, casi perpleja cuando le llaman por su nombre real que solo algunos actores y conocidos de antes, cuando su sueño aún arrancaba, conocen; y reclama que la llamen ‘Reina Africana’ cuando alguien dice su nombre real. Es como si ella misma asumiera que aunque es la misma porteña de siempre, hay algo más ‘real’ en ella y es el hecho que tiene proyección y piensa en grande.

Afrocolombiana, la Reina Africana, llegó a Libertadores hace más de diez años guiada por el sentir, por esa necesidad del bienestar y el arte, dice que los niños la inspiraron a iniciar este proyecto que actualmente es una fundación que recibe a cualquier persona sin distinción de raza, sexo, edad, entre otras. “el ser humano necesita arte, el ser humano necesita cultura”, asegura.


Una reina dadivosa “La gran y mayor felicidad que puede tener el ser humano es cuando se da” dice la Reina Africana, desde pequeña sintió esas ganas de querer ayudar y aportar su conocimiento al otro, quería ser profesora y a ciencia cierta uno no se imaginaría a su majestad tal como es ahora, en clases tediosas de matemáticas tratando de encontrar la raíz cuadrada de x; en clases de química viendo la reacción del oxígeno cuando está con el hidrógeno, ella es más de acción: da lo mejor de sí en cada clase; sentir el ritmo y la pasión en las venas por hacer las cosas. De hecho, ni ella sabe bien de qué le hubiera gustado ser profesora, “yo quería enseñar, ¿qué quería enseñar? no sé, pero quería enseñar algo… es como esas ganas de dar a otros lo que uno tiene” afirma.


Cansada un poco de sentir esas ganas de dar y no saber cómo hacerlo, la Reina Africana inicia una ‘investigación’ dentro de ella, tratando de averiguar su sentido de la vida, el querer encontrar ese sentido la mantiene con ganas. A ella no le gusta la rutina, le da pereza, por eso se mueve y es activa, se pregunta: “¿será que no hay nada más chévere que sea más divertido y que puede llenarle a uno la vida de emoción, de felicidad y de paz?”, reitera, ella no se desesperó y en sus andanzas descubrió que necesitaba hacer el bien y ayudar a los otros.


Su majestad no tiene ni peones, ni sirvientes; en su sonrisa afro que lleva de oreja a oreja es evidente el hecho de que el título de Reina, se lo ganó por mérito y trabajo duro, es insaciable, va de clase en clase. De la clase de canto con Joan va a la clase de salsa que dicta su hija menor ―la princesa― y un joven. Después se prepara para su magistral clase de rumba a las siete de la noche todos los viernes y sábados en la casa de la cultura del barrio; ahí aplica perfectamente su idea de que cualquiera puede participar, van personas de todas las edades, colores y géneros a “mover el esqueleto” a los pasos que dé su reina.


La clase de rumba inicia a la hora en punto, ni un minuto más ni menos, con la puntualidad que afirma Blanca Osorio de 66 años que con ‘todos los males’ físicos del mundo no puede faltar a la clase de siete los sábados con su majestad, afirma muy contenta que las lecciones le han ayudado porque en sus tiempos de juventud no se podía y estaba mal visto, por eso agradece el hecho de haberse acercado a su atenta Reina porque si no: “estaría envejeciendo en mi casa… aparentemente porque uno cree que es un baile, uno viene cuando se le da la gana y no… ella es muy profesional y seria en lo que hace”, dice Blanca refiriéndose a lo que parecería ser el único requisito para unirse a las clases de Reina. Blanca como aprendiz, coincide en lo mismo que el aspirante a cantante (Joan) sobre cómo resulta inspirador aprender de ella “está muy adentro con que uno aprenda lo que ella enseña... Uno quiere imitarla” afirma Blanca.


La Reina Africana quiere en cierto modo ayudar a los niños y jóvenes especialmente a encontrar ese ‘sentido de la vida’: “nosotros, desde el arte y la cultura les estamos diciendo que sí, porque es lindo vivir y estar vivo, porque es bonito existir” es que la Fundación Reina Africana ―que tiene una proyección internacional― y su majestad no sólo está guiando a los jóvenes a ver ese sentido desde el baile, sino también desde el canto, el teatro, percusión, guitarra, piano, marimba (que son instrumentos que le encantan) y modelaje y si usted no encuentra lo que le gusta con su majestad ella busca los medios para que usted sea incluido en este magnífico reino: “ese niño, esa niña, esa persona que llega a nosotros, se queda porque se queda”.


“No hay una persona en la localidad que haga lo que ella hace por los demás”

En las monarquías, si el monarca no existe o no sabe orientar a su reino, pues no hay reino, y en este barrio del sur de la ciudad sucede lo mismo, sin la Reina Africana, Joan no estaría tan motivado de moverse desde Patio Bonito a Libertadores a aprender canto, Blanca tal vez seguiría viendo cómo le pasan los años, Sebastián de 15 años estaría todos los sábados viendo qué hacer para liberarse de ese estrés, Carolina de 36 de años no tendría una amiga, una consejera y alguien a quien darle consejos, “sería aburridor… no hay una persona en la localidad que haga lo que ella hace por los demás”, todos coinciden en que sin su majestad no habría cultura en Libertadores, le atribuyen el hecho de que sin ella la casa de la cultura del barrio se caería, se iría para abajo pues “hasta el momento no he visto quien desempeñe el trabajo de Reina” lo dice muy convencida Ana Elsa Piñeros de 50 años.


La clase de rumba antiestrés va terminando a las diez de la noche, una larga jornada en pro de la cultura de un barrio que está entre lomas, donde en cada esquina se ven panaderías y peluquerías y que sin predecirlo se ganó su reina, quien defiende a capa y espada al arte y la diversidad del mismo y que ambiciosa define su sueño como ‘éxitos’. Ella piensa en grande pero no piensa en ella como se esperaría de las reinas que están sentadas en sus grandes tronos, ella piensa en ‘nosotros’ como comunidad, le ve el alma y el corazón a cada proyecto, invita a los demás a creer en ellos mismos y lo que hacen porque ella misma se ha visto en estos doce años crecer como persona y pasar de ser una Reina ‘autoproclamada’ a ser conocida en todas las esquinas del barrio como la única Reina Africana.


Como todo personaje importante e ilustre que tiene su biografía plasmada en libros o películas, la de la Reina Africana no puede ser la excepción, pues la historia y formación de su majestad es tan interesante y atractiva que incluso estudiantes de Cine y Televisión de la UNITEC quieren hacer un videoclip en donde Reina es la protagonista: una mujer que siente la salsa en las venas y donde además dos actrices representarán su niñez y juventud y lógicamente ella misma actuará en el filme en su faceta adulta. Será una producción audiovisual que contará como se dice coloquialmente ‘con todos los juguetes’, en los próximos días iniciará el rodaje de este proyecto. Esta sin duda es una puerta grande que se le abre a la reina para que más personas conozcan su soberanía y benevolencia.


La originalidad, el estandarte de su reino.

“Soy una mujer original… me gusta sorprender todos los días a mi comunidad, a la gente que me ve” su majestad se describe como persona única y original, ella no sale a la calle sin maquillaje, es un principio en la vida de ella, no es el hecho de maquillarse y ya, ella quiere mostrar su dulzura y magnanimidad a través de su estilo afirma que“cuando mucha gente me ve cambian el pensamiento que tienen en este momento” su opinión, así sea buena o mala, es ideal para que Reina envíe un mensaje a quien la ve, a sentirse seguros y hermosos como son, sin prejuicios, sin miedo al qué dirán.


Estar cerca de la Reina Africana y compartir con ella es todo un honor, es vivir una experiencia enriquecedora no sólo por el aprendizaje cultural, sino porque con su carisma y personalidad contagia de alegría y buena energía a cualquiera y desde ese momento lo convierte en su súbdito y no de una manera esclavizante, porque por el contrario, estar bajo sus “órdenes” es un placer que muchos disfrutan. Sus alumnos aseguran que es una buena instructora, sus clases son dinámicas, pero eso sí, cuando tiene que regañar lo hace.


La Reina Africana es un claro ejemplo a seguir, nada en comparación a los gobernantes de la vida real. Ella le brinda a su pueblo alimento para el alma, los llena de motivación, los ayuda a engrandecer sus sueños, los guía por el camino artístico. La Negra Cinturita, Elisa Canga Rentería, la reina, la gran dama, un ser humano maravilloso que lo único que le importa es inculcar cultura y ayudar al otro sin esperar mayor reconocimiento.


Este sin duda es uno de los trabajos periódisticos que muestra que este oficio puede ser tan humano y mostrar lo mejor de las personas. Había entrado a un concurso pero perdió, pero sin duda, el mejor premio es la experiencia y lo mejor persona que se aprendió a ser después de este.

GRACIAS POR LEER
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