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En términos que los jóvenes o ‘millenials’ puedan entender, este sería el más grande “amiga, date cuenta” jamás hecho. Las relaciones tóxicas que rodean a Iván Duque, le impiden escudriñar un poco en esos verdaderos motivos del paro nacional, él está convencido que hay que volver a políticas de antaño para que termine y Colombia “sea grande otra vez”.
Es por eso que el pasado 21 de noviembre arrancó con tensa calma en todas las ciudades de Colombia, luego que del Gobierno de Iván Duque intentara de forma muy directa deslegitimizar el propósito del paro ese día comenzaba y acusar sin tapujos como “vándalos incendiarios” (a trvés de medios de comunicación) a todos esos que reclaman su derecho a la protesta social y la libre expresión.
¡Estudien vagos! Decía otra parte del país, una que se rehúsa a investigar, a leer, a entender cuáles son las razones originales que dieron inicio al paro el jueves pasado: denunciar los abusos de autoridad por parte del Esmad en varias protestas, al menos desde el inicio del Gobierno Duque, porque ¿Recuerdan ustedes que la fuerza pública fuese así de sanguinaria en el anterior gobierno? No digo que no hubiese protesta o que el Esmad no haya tenido que intervenir en aquel entonces, pero revisemos los datos y hablemos de eso luego.
Además, el paro exige que se evalúen reformas sobre el dichoso ‘Paquetazo de Duque’ que, si llegase a tener el visto bueno por parte del Legislativo, este terminaría afectando a jóvenes, adultos mayores y en general a cualquier residente de clase media en Colombia; varios sectores del país buscan con el paro, alzar la voz en contra de los bombardeos que acabaron con la vida de 18 menores de edad y el asesinato casi sistemático de líderes sociales y comunales (desde 2016 hasta la fecha) que muestran, entre otras cosas, que la política de defensa Duque está mandada a recoger.
No fueron cientos de miles – como detallaron los informes al final del 21 – más bien fueron, millones de personas las que se manifestaron pacíficamente (grábense esa palabra) en todo el país en contra de los hechos ya mencionados, lo hicieron a pesar de las lluvias, de las cadenas de WhatsApp que buscaban intimidar y a pesar del miedo, que se debe volver el eslogan de este gobierno. El miedo y todas esas condiciones resultaron ser alicientes extra para las movilizaciones.
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Pero, el 21 no podía haber terminado sin disturbios, de repente cuando se respiraba paz en el aire, de golpe llegaron los ‘vándalos incendiarios’ junto al Esmad, las piedras y los gases pintaron ese paisaje distópico que denunciaron los que salieron a marchar en son de paz y utópico para el Gobierno que quería confirmar a como diera lugar su política de miedo y deslegitimizar la protesta social.
Como sea, en Cali, Maurice Armitage decretó el toque de queda para toda la ciudad a partir de las 7pm, pues desde el 21 en la mañana – o al menos un rato después de las marchas – varios vándalos saquearon centros comerciales, tiendas, causaron caos en el sistema de transporte además de agredir a varios miembros de la fuerza pública. “Cali is on fire”(Cali prácticamente estaba en llamas), si Alicia Keys hubiese escrito una canción sobre lo sucedido en la sucursal del cielo.
Lección 1 del paro nacional: Haz algo bien y te vamos a premiar, haz algo mal y… ¡Pao, pao!, la frase podría aplicarse a todas las ciudades del país, pero enfoquémonos en la capital, varias estaciones de TransMilenio resultaron vandalizadas y prácticamente destruidas, en cuestión de horas el jueves para Bogotá se volvió un aparente infierno: – ¿Pero por qué si la gente iba en paz? – Ni idea mijito.
Precisamente, los que íbamos en paz, para no ser relacionados con esos que destruyeron parte de la ciudad el jueves, organizaron un cacerolazo en la noche para confirmarle otra vez a Iván y sus bam bam que ni el miedo inducido, ni los enfrentamientos Esmad vs. ‘vándalos incendiarios’ iban a acabar con sus ganas de protestar y exigir pacíficamente sus derechos y garantías para su calidad de vida en el país.
– ¿Qué no se van a calmar? Seguramente habrá dicho alguien dentro del equipo de Ivancito (“Haz algo bien y te vamos a premiar, haz algo mal y… ¡Pao, pao!) Pues el 22 en Bogotá arrancó con una versión extendida o una escena postcréditos de The Walking Dead o Guerra Mundial Z, los disturbios iniciaron desde tempranito en puntos críticos para la movilidad en la ciudad.
Portal Américas, Usme, El Tunal, Ciudad Bolívar y Bosa (tanto así que las consecuencias de los desmanes llegaron al municipio de Soacha). Varios vándalos saquearon centros comerciales, tiendas, causaron caos en el sistema además de agredir a varios miembros de la fuerza pública “Bogotá is on fire” (Bogotá prácticamente estaba en llamas), si Alicia Keys hubiese escrito una canción sobre lo sucedido en Bogotá para el 22N.
(¡Ay! Creo que lo repetí, pero es que lo sucedido en Cali el 21, fue lo mismo que pasó en Bogotá el 22 de noviembre) Los pacifistas cansados ya de que se les relacionara con esos que estaban causando disturbios, organizaron otra jornada de cacerolazo – Lección 2: No retes ni amedrantes a un pueblo que clama justicia social, ellos no van a descansar hasta encontrar el modo de mostrarte su punto –. Pero ¿recuerdan eso del “Haz algo mal y… ¡Pao, pao!”? A los ojos de Duque, Bogotá hizo algo muy malo con los disturbios y el cacerolazo del 21 y el 22 así que le dijo al alcalde que nos castigara decretando el toque de queda en toda la ciudad.
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Así fue como Bogotá vivió una de las noches más tensas de la década, al menos; no se sabía concretamente qué era lo que iba a pasar, aunque Cali ya nos lo había dicho, solo que no nos había dado cuenta, entre las 8 y 11 de la noche se elevaron el miedo y la tensión en la ciudad, porque los vándalos, muy organizados ellos, decidieron entrar a unidades residenciales (o conjuntos) correr la mataron alrededor de las mismas y salir corriendo (antes de que llegara la policía), ya que los vecinos estaban armados como fuese para defender sus propiedades.
Porque claro, si yo fuera ladrón aprovecharía el toque de queda para entrar a unidades llenas de gente armada y muerta de miedo y no ir a un almacén en donde seguramente solo estén las cámaras de seguridad y me puedo llevar lo que sea. No, yo tengo que ir por lo más improbable, por los conjuntos.
Lección 3: No nos olvidemos de los problemas que ya hay en casa, solo porque llegó gente nueva. El toque de queda y los actos vandálicos de la tarde llenaron de razones a los bogotanos para creer que migrantes venezolanos se estaban organizando y generando todo este caos. Yo quiero creer que no fueron ellos, porque conozco a ‘chamos y carajitas’ que son muy buena onda y que trabajan con uñas y dientes para ganarse un poco de respeto y trato digno, ellos solo se están escapando de ese régimen frio y dictatorial de Nico, el inmaduro.
¿Y si no fuesen migrantes venezolanos, sino que más bien son migrantes mexicanos los que se están escapando al blando gobierno de AMLO? ¿Les estaríamos echando la culpa también porque son los nuevos y nos caen mal? Creer que fueron ellos por simple descarte –porque claro, en Bogotá no hay ladrones, ñeros, indigentes e incluso civiles que también son capaces de cometer actos vandálicos–, solo hace que aumente abismalmente esa xenofobia y que el desespero entre los migrantes aumente, ya que los que son de bien, solo están escapándose de esta turbia falta de oportunidades que se vive en Venezuela.
Mientras la horrible noche transcurría, las redes sociales se llenaban de videos de gente desesperada porque se estaban “intentado meter” a sus casas. Pero a eso de la medianoche, la cosa se calmó, los casos dejaron de darse mágicamente, al ver todo esto me acordé del cuento de Gabo: algo muy grave va a suceder en este pueblo; al recordarlo me sentí como un idiota.
Y aunque sí, los vándalos hicieron de las suyas en la tarde, en la noche la gente cazaba con palos y machete a fantasmas y no era una versión criolla de Ghostbusters (Los Cazafantasmas) eran más bien, las personas que le creyeron a la cadena de WhatsApp que empezó por vecino que como aquella mujer en el cuento de nuestro Premio Nobel sintió que “algo muy grave iba a pasar”.
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Lección 4: No creas en todo lo que ves y oyes si no lo viste y oíste de primera mano. Durante la noche del 22 tuve que hacer de verificador de varios rumores que circularon en redes y cadenas de chat: Que iba a haber un apagón o que entre las 2am y 5am los vándalos iban a hacer de las suyas (Lo cual me dio mucha risa). En plena era de las redes sociales, no nos podemos permitir creer en una cadena de WhatsApp o en “lo que dijo mi amigo policía”.
Las redes sociales son un arma de doble filo que aún no hemos aprendido a usar: Podemos creerle a la cadena de WhatsApp que dice que habrá un apagón o más bien usamos las redes para revisar lo que dice la empresa proveedora del servicio de energía eléctrica en la ciudad sobre el asunto. Se sentirán idiotas cuando verifican algo que resultó siendo falso, pero quedarán con la satisfacción de que ayudaron a desmontar el presentimiento de su vecino, ese que estaba desatando el caos.
Lección 5: Qué extraña esta situación, viejo. Quise esperar a la noche de ayer 23 para confirmar el último rumor que no se había desmarañado, era el de la teoría del caos, que fue tendencia en la madrugada del sábado, mientras muchos pasaban la noche en vela, se empezaron a atar los cabos: ¿Cómo es que en Cali pasó lo mismo, se entraron a los conjuntos y no se llevaron nada?¿Cómo es que hay camiones en toque de queda dejando gente en los conjuntos –arman el caos– y luego los recogen como si nada?¿Cómo es que no nos dimos cuenta del patrón?¿Terrorismo de Estado?
Ese podría ser el misterio resuelto por los bogotanos, evidentemente, pues en medio de tanta coincidencia entre Cali y Bogotá, se culpa al Gobierno de tratar de sembrar el miedo (su fiel filosofía) entre los ciudadanos, el patrón habría ayudado a desentramar esa estrategia, el Estado resultaba siendo ganador pues luego de que los “vándalos incendiarios” dejaban los conjuntos sin llevarse nada, llegaban con el pecho inflado el Ejército y la Policía a decir “ustedes están seguros con nosotros, no tienen nada que temer”, la gente los aplaude y se va el miedo. Además de la idea de la teoría del caos, que podría ser cierta ¿Será que eso les suena a algo adicional? Fue una política de Gobierno muy popular entre 2002 y 2010 ¿Cómo es que se llamaba?… Ah sí ¡Seguridad democrática!
Miedo o no, sembrado por el Gobierno o no, Colombia se dio cuenta y se sobrepuso a la situación. Las manifestaciones siguen y ayer en un cacerolazo que se realizaría pacíficamente entre el Parque Nacional de Bogotá y la Plaza de Bolívar, el joven Dylan Cruz resultó gravemente herido por uno de los perdigones que el Esmad usó para dispersar a los “vándalos incendiarios” que estaban marchando de forma pacífica ¿Vieron lo absurdo que suena eso? Esa una movilización totalmente tranquila, que la fuerza pública no debió dispersar.
Quienes critiquen, por desconocimiento o porque el privilegio los tiene cegados. Reciban mi último consejo: vayan un día de estos a una marcha (habrá un montón mientras el Gobierno se rehúse a atender), empápense un poco de pueblo, escuchen los cantos, vean los performances, el arte que se ve a cada paso y entenderán que las acciones del Esmad y sus encontrones con los vándalos que también destruyen y arman el caos a su paso sin justificación, no tienen nada que ver con la protesta social que lo único que pide es que Iván se siente a escuchar sus demandas que podrían hacer de este un país menos peor.
GRACIAS POR LEER.
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