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Esta semana el globo entero entró en conmoción luego de que se mostraran alarmantes imágenes satelitales que evidenciaban la enorme huella de devastación que estaban dejando los incendios forestales en la selva amazónica brasilera - boliviana y peruana -, cientos de miles de hectáreas han sido consumidas por la conflagración que según medios y locales lleva ya más de 15 días.
Los efectos a corto plazo han venido llegando uno tras otro: pérdidas de kilómetros de flora y migración o muerte de varias especies de fauna; a largo plazo, puede que sea imposible reforestar en esta zona y esta termine convirtiéndose en una zona árida, inhabitable para las especies animales que migran y circundan en la región.
Lo más alarmante de este hecho es que gran parte del pulmón natural de la tierra se perderá; ya que, la selva amazónica es uno de los bosques tropicales más grandes del planeta y su importancia es crucial a la hora de determinar factores como el clima; y ni se diga de la flora y fauna de estas zonas, que es abundante, incluso varias especies animales aún no han sido descubiertas.
Así que cuando estas selvas perecen, el globo entero debería empezar a perecer, pero ¿Por qué el planeta se enteró del hecho solo hace algunas horas o días si el incendio lleva varias semanas? Aquí estaríamos culpando a varios factores: la administración de Brasil y la región, los medios de comunicación y nuestro desinterés. Exploremos todos estos hechos.
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Brasil y la falta de acción en la región
Hace un año Brasil estaba –como muchos otros países en la región –, ad portas de elegir presidente, para resumir la pugna estaba así: Fernando Hadad, heredero político de Luis Inácio Lula da Silva (cuya reputación y vida política no fueron del todo admirables, pues varios hechos de corrupción siguen permeándolo a él y a todo su partido); por el lado ultra derecho estaba Jair Bolsonaro, quien llegó pisando fuerte y directo en las encuestas, tal vez su visión y discurso misógino, conservador y radical ayudaron a que ganara en octubre y asumiera su puesto en enero de este año.
El presidente Bolsonaro siempre fue fuerte al desacreditar y agredir verbalmente a las mujeres (recordemos que se acercó a una mujer diciéndole que no tendría sexo con ella porque era fea), al colectivo LGBTI (diciendo que si llegase a tener un hijo gay preferiría matarlo) y las comunidades indígenas, descalificando su humanidad y desacreditando su trabajo por el sustento de la tierra y mantenimiento de la Amazonia.
Recién la población mundial se enteró lo que estaba pasando con la Amazonia, el presidente de Brasil insinuó que "Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos 'oenegeros' para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos"; básicamente Bolsonaro culpó a las oenegés del hecho por la guerra política y de interés que emprendió contra los mismos este año. Además, como nuestro querido Donald Trump, Jair, es un escéptico del cambio climático, así que poco o nada le importa propulsar políticas de defensa de la naturaleza.
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La cuestión se mantiene así, Bolsonaro está cruzado de brazos en Planalto, tirando la piedra a movimientos que se encargan de la promoción de políticas medioambientales y luego esconde la mano al no activar mecanismos de emergencia necesarios para acabar con la conflagración y evitar que las consecuencias sean menos catastróficas.
Si bien, Brasil tiene una gran parte de selva amazónica en su territorio y es allí donde inició el fuego, el bosque también es compartido con Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia y Ecuador, así que estos Gobiernos se hicieron los de la vista gorda y no han volteado a mirar allí, desde el principio han hecho falta acuerdos, pactos o políticas entre ambos países que ayuden a la defensa de este enorme pulmón del planeta.
De hecho, en vez de defender los bosques la fauna y la flora, las industrias de todas estas naciones se han vuelto extractivas, poco conscientes y efectivas a la hora de acabar con los recursos naturales. Así que, sin políticas serias, cualquiera puede entrar a la selva y encender una llama y acabar con miles de hectáreas. Regresando a Brasil, según la BBC, los científicos dicen que el Amazonas ha sufrido pérdidas a un ritmo acelerado desde que el presidente asumió el cargo en enero, con políticas que favorecen el desarrollo sobre la conservación.
Y aunque los elegidos de Lula da Silva han sido fuertemente cuestionados, durante sus administraciones se había logrado reducir la deforestación con la acción de agencias federales y un sistema de multas. Pero a partir de enero de este año, Bolsonaro y sus ministros criticaron las sanciones y supervisaron la caída de las confiscaciones de madera y las condenas por delitos ambientales; además esta administración se ha encargado de descreditar la tasa de deforestación en la zona, que según la Inpe es del 88%.
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Los medios de comunicación y la hipocresía colectiva
En abril de este año, otro voraz incendio acabó con la cúpula de la capital del Notre Dame, en menos de días, los medios de comunicación volaron a Francia a examinar la magnitud de la conflagración y los siglos de legado histórico que se estaba perdiendo con la misma, los diarios dedicaron sus portadas a explicar el hecho también, varios colectivos se dedicaron a recolectar fondos para recuperar la cúpula y en cuestión de horas se había recogido suficiente dinero en todo el planeta.
¿Por qué los medios tuvieron que esperar tanto? ¿Por qué esperaron a una imagen de la NASA para empezar a hablar de la selva debería? ¿Quién está recogiendo los fondos? ¿Dónde está la ONU haciendo su labor de conciliación y unión entre Bolsonaro y los colectivos indígenas brasileros? No es la selva amazónica mucho más importante que siglos de historia ¿Estamos siendo conscientes de que sin selva se pierde la regulación climática?
Por ello y luego de hacerse publica la magnitud del desastre, en Twitter es tendencia mundial #PrayforAmazonas donde usuarios de todo el mundo exigen a Bolsonaro y los países afectados que actúen pronto, además la comunidad, usa la red social para quejarse sobre la labor de los medios de comunicación que, como siempre, se queda corta y es hipócrita cuando se trata de medio ambiente y cambio climático.
Veremos en la TV, en la radio y en los periódicos, noticias describiendo el hecho, noticias y hechos ´rápidos y ligeros, “se quema el Amazonas… Sí, esa es toda la información que tenemos” El desconocimiento y la falta de factor ‘espectáculo’ en la selva amazónica, hará que los medios den un toque suave a lo que está pasando en la Amazonía hasta que el incendio se extinga o pase algo que acupe sus agendas: ¿Se acercarán a las comunidades indígenas de la zona? No lo den por hecho ¿Se encargarán de inventariar todas y cada una de las especies animales y mostrar su importancia en el equilibrio de la vida del planeta? No lo creo.
Aquí es donde entramos a jugar un papel importante, recordemos esta frase: “quien no ha plantado un árbol, ha vivido en vano”, ahora es donde este dicho tiene más importancia, si el incendio se acaba, la porción de selva destruida será zona árida y cientos de miles de fábricas de oxígeno (o árboles) habrán muerto, es nuestro deber dar vida de nuevo, pullar a los gobiernos e impedir maniobras extractivas, invitarlos a pensar en verde y empezar a usar fuentes alternativas de energía.
GRACIAS POR LEER.
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