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Historias del baúl: II. Narciso

Foto del escritor: Nicolás GodoyNicolás Godoy

El sol del segundo día de abril se pone y el telón se levanta, el show comienza y con él la temporada de premios, el auditorio ansía saber quién será la revelación del año, la y el mejor vestido, el hombre del año. Todo huele a oro y opulencia, la alfombra roja está llena de astros que se pavonean por el hall, afortunados ellos que sintieron el toque de Midas de rePente, relucientes, brillantes, inalcanzables.

Por el pasillo está Narciso: un hombre de metro con noventa y ocho, de mirar deslumbrante gracias a sus ojos azules como el mar abierto, de figura poderosa porque gasta once horas semanales en el gimnasio. El galán luce un esmoquin de diseñador, los rumores dicen que pagó una buena suma de dinero a un parisino que diseña los atuendos más radiantes, especiales para este tipo de galas, la de los ganadorEs. Las lenguas sueltan palabras como – Él es afortunado porque es un secreto a voces que él va a llevarse el premio al hombre del año –.


De camino al gran auditoRio Narciso se encuentra con Ivanna una engreída mujer que viste de rojo, ella y Narciso tienen su historia, las revistas dicen que ambos tuvieron una aventura en los años que nuestro caballero dorado era alguien a quien solo conocía su madre, se dice que Ivanna ayudó a Narciso a subirse en el autobús con destino a la fama y el éxito.


Luego del incómoDo encuentro con su primer amor, Narciso llega al auditorio, fila A silla 19 es la ubicación exacta del elegante señor en la estancia, ya sentado, solo resta esperar unos cinco minutos a que la ceremonia televisada empezase. Al lado derecho de Narciso están: Nikolay un exitoso periodista, nominado en la categoría “periodista del año” por la investigación en la que el mundo supo que el ministro de Defensa despilfarraba el dinero de las bases militares en generosos bufés con sus sIete camaradas. A la izquierda está Alexandra, una acaudalada empresaria, deportista ganadora de quince medallas olímpicas en los últimos cinco Juegos Olímpicos, la mujer es la reciente compradora del primer auto eléctrico de la ciudad.


A dos minutos de iniciar la ceremonia sale Philippe, el anfitrión y presentador de la gala, él y Narciso no pueden cruzar miradas porque se asegura en los corredores que Philippe le arrebató la oportunidad a nuestro adonis de compartir set con Victoria, una actriz que, el año pasado, se ganó el premio a la mujer del año. Victoria no tiene parangón, los perióDicos y revistas vaticinaban por meses que sería ella la premiada y así fue. Ante ello Narciso dio una rueda de prensa exclusiva en la que daba a entender que le declaraba la guerra a Philippe por lo que él consideró “una traición a mil disparos” ya que los dos galanes eran mejores amigos.


De repente suena una movida música jazz y Philippe dice – ¡Bienvenidos a la vigésimo tercera entrega a los premios a lo mejor del año! – La cámara hace un paneo por al auditorio mostrando a todos los favorecidos y bienaventurados que lograron hacerse lugar en aquella ceremonia – Este año el tema es la excelencia así que sin más preámbulos… ¡Empecemos! – prosiguió Philippe. De inmediato aparece el primer acto musical de la noche: Pierre, reciente ganador del Grammy por su álbum “Canciones al vacíO”, un disco que habla de soledad y rupturas; sin embargo, en la gala Pierre le canta a la vida y al optimismo, un reflector ilumina su cara y a su guitara, entretanto el hábil cantante da la impresión de que, en medio de la gala, buscaba la luz, como era de esperarse la ovación fue de pie y la presentación fue considerada como “la mejor de la noche”.


El primer premio de la noche fue para Rosa y Margarita “las mellizas maravilla”, las hermanas se llevaron el galardón a las mejor vestidas del año, impredecible porque su moda “avant-garde de toques futuristas” no le gustaba a Beatriz, la editora de la mEjor revista de moda del país, tan pronto como anunciaron a las ganadoras, la humillada – y ahora cuestionada – Beatriz no tuvo más reparo que dejar el auditorio. Narciso no le prestó atención al primer premio de la noche así que mientras se tomaba una copa de vino blanco leyó el programa del día y entrevió que el premio al hombre del año sería el último de la noche.


Premios se entregaron y las decepciones siguieron, a vuelo de pájaro, se supo que el premio a revelación del año se lo llevó Sigrid una hábil iconoclasta que con solo tres meses en la industria cambio paradigmas sobre los roles que deben jugar las mujeres en su gremio, el de los videojuegos. El premio al periodista del año se lo llevo Johannes por su trabajo con las poblaciones recolectoras de arroz y maNgo en Nigeria, el ganador fue inesperado ya que ningún medio importante del país quiso publicar en sus portales ese hecho tan escaso de trascendencia periodística.


Fastidiado y en lágrimas Nikolay busca consuelo en Killian, otro periodista que perdió el galardón, pero el año anterior, por el informe que puso a temblar al secretario de Salud – La gente se pierde de tu talento, no olvides que yo estoy aquí –, susurró el también derrotado. Sin embargo, tan pronto como las cámaras y paparazzi se alinearon para obtener en primer plano una foto del pesaroso perdedor, Killian corre apresurado y esquivo porque quería compartir, como fuese, una copa de vino con el ganador, allá también estaban los fotógrafos capturando aquel momento de gloria y lágrimas de felicidad para Johannes. Extrañado, Narciso le ofrece un pañuelo al pobre perdedor que estaba a su derecha, mientras le dice – Cuando las promesas de incondicionalidad de un colega vuelvan en susurros, estos son la prueba más transparente de que él no era quien parecía, que el compañerismo solo existía en tus sueños, él fue un mentiroso más que fue atrapado en su juego –. En su mente, nuestro galán de ensueño espera no tener que buscar consuelo por ser el perdedor “esto será para mí”, se repitió Narciso en múltiples ocasiones.


La condecoración a mujer del año se la llevó la radiante Ivanna, Narciso, su galán en tiempos de anonimato, le escribe un mensaje de texto en el que le hizo saber lo orgulloso que estaba, además de una invitación a tomar té el próximo sábado para "rEcordar los viejos tiempos”; recado que Ivanna jamás contestó. – Este es el momento más importante de la noche –, narró Philippe – es hora de entregar el premio al hombre del año, veamos los nominados… –, agregó el anfitrión, acto seguido una pantalla mostró tres caras.


Iniciando, se mostró la cara de Fred: un arquitecto reconocido por rediseñar el Empire State de los Estados Unidos; después del conocido ingeniero se mostró el rostro de AndRew, un respetado hotelero, conocido por renovar una olvidada franquicia hotelera creada por dos genios en los 50. Por último, estaba él, nuestro Narciso, nuestro rubio galán de novelas y películas, un hombre que se va labrando, lenta pero seguramente, su camino al estrellato.


–Bueno, y el ganador de la noche es…– tan pronto como Philippe advierte suenan los redoblantes –¡Narciso! –. El gran premio de este año va para: él. El auditorio se leVanta y él está ansioso por recibir la gran ovación, aplauso, tras aplauso, tras aplauso; el chocar de las manos y los gritos suenan en unísono. Lo aturdEn, lo dejan perplejo ante tan magnífico acto de elevación de la moral. Mientras Narciso sube al podio, solo, nota las malas miradas de sus rivales en la categoría anunciada, esquivos también lo miran Daniel un presentador que en los programas de chismes inventaba cual rumor fuera para lastimar la imagen pública de nuestro ganador.


–Esta es la mejor noche de mi vida –, dice Narciso con la voz quebrada mientras Philipe se muerde los labios para evitar mostrarse molesto. – Esto no hubiese podido ser sin…–, Narciso entrega una larga lista de nombres, personas que le dijeron “cuando estés ahí, no te olvides de mí”, “eres el mejor”; nombres justos y necesarios, nombres que sirvan de cuartada al sentimiento tan singular de poca empatía que palpa alguien cuando va camino al ascenso: – ¿Podré ser digno de admirar? O al menos digno de que me dediquen un par de oraciones: Santificado sea él. Mírenme y alábenme, soy el santo al que todos deberían reZarle – pensó Narciso cuando recibió el premio de manos de Philippe.


–Eres el afortunado –, le dijo Philippe a Narciso cuando le dio un abrazo de felicitación poniendo así fin a una batalla de miradas insufribles que llevaban meses siendo cubiertas por los medios. El fotógrafo captura el momento que quedará registrado y olvidAdo en los libros de historia. La fotografía que muestra a Narciso sujetando un triste pedazo de oro – Era todo lo que querías, era todo lo que querías, era todo lo que querías –, pensó el galán ¿Cuántos premios más? ¿Cuántos reconocimientos más? Cuántas medallas necesito para ser feliz, cuántas mentes más tendrá que enredar nuestro guapo a ganador para darle validez a su triste existencia.


Al terminar la gala los paparazzi abordan al nocturno vencedor, Narciso enfatiza en agradecer a sus padres y a sus amigos, sin embargo, en su mente está siempre la constante de qué tal vez pudo haber dedicado su enésimo logro a alguien más, a alguien eSpecial; en el hall, ya fuera del auditorio, Narciso ve a Ivanna dando declaraciones para la prensa al igual que él, ella no lo reconoce. De inmediato el adonis, aunque vuelve en sí y se da cuenta que los ha usado a todos: desde Philipe a Ivanna, ha visto cómo sus fanáticas llenan sus redes sociales con signos de aprecio, lo hacen ver como su dios y eso no lo importuna, lo motiva Y le da luz verde, la aprobación que necesita para entrar en sus vidas y hacerles sentir más infelices de lo que seguramente ya son.


En el hall, Narciso recibe laureles y botellas de vino en felicitación, cuando todos dejan la gala “el afortunado” esPera en el vació estacionamiento su limosina, solo, el chofer lo recibe y lo felicita - ¿A dónde le llevo, joven? –, pregunta el veterano conductor – solo conduzca lejos de aquí –, responde Narciso. Mientras el vehículo va camino a la nada el galán se pregunta sobre todo lo que pudo haber sido si no hubiese ganado el pRemio, sino hubiese crecido para ser tan hermoso y bien premiado, en Ivanna, en los que salieron tristes pero acompañados del auditorio.


Ahora su nombre centellea en la ciudad de los dioses, la pirotecnia lo enceguece mientras recorre las calles de la mEtrópoli, aquella que era un simple sueño difícil de alcanzar en la infancia; ebrio, Narciso se baja de la lujosa limosina, al mirar al sur ve su rostro en lo alto de un aviso publicitario, nuestro borracho adonis va camino al norte y se topa con un hotel, algo viejo pero igual de lujoso que el preMio el vencedor llevaba en la mano derecha, al entrar al hostal que pasa desapercibido en la oscuridad, Narciso arrastrando su discurso le dice a la recepcionista – ¡Quiero la suite presidencial! –.


La mujer le dice que la habitación que busca ya está reservada y que, si no reservó a tiempo, va a ser imposible disponerle algo en el momento – QuIero algo lujoso –, insistió el alcoholizado Narciso. La recepcionista le da una de las habitaciones más altas y cercanas al paraíso que el hombre buscaba. Al entrar a la habitación cuatro del piso veintitrés Narciso se sienta y empieza a consumir las dos botellas de champán que tenía en la mano izquierda.


Mareado, el galán entiende ahora de qué se trata esto: de sonrisas fingidas en la gala, y en las noches, llantos incurables pOr la naturaleza insufrible de las compañías que no tienen rostro, de ser el primero en la fila, de tenerlo todo y retar a los miserables a ser como él.


El sol del tercer día de abril se asoma por el horizonte, un día nuevo está por empezar, tumbado entre botellas de vino está Narciso sobre un tapete blanco que da al lado de la cama tamaño King de la habitación de hotel, un ruidoso tono de teléfono celular despierta al apuesto hombre, era Ivanna, llamándole a felicitarlo por el gran logro de la noche anterior; en la conversación la insospechada Ivanna aprovecha para aceptarle la invitación a un café el próximo sábado, el desahuciado Narciso se alegra y pienSa que no todo puede ser tan malo después de todo.


Final alternativo: El sol del tercer día de abril se asoma por el horizonte, un día nuevo está por empezar, tumbado entre botellas de vino está Narciso sobre un tapete blanco que da al lado de la cama tamaño King de la habitación de hotel, al otro lado está un forense que fotografía la fatal escena – Defunción por ingesta excesiva de alcohol–, le dice la autoridad a un joven asistente que toma notas para el registro. En la tarde, los portales de noticias que en la noche anterior elogiaban su logro titulan: “Murió en su ley. El famoso Narciso fallece a los 23, que en paz descanse”.

 

LA INSPIRACIÓN: “Narciso” fue una cosa loca de completar, empecé este escrito a finales de 2018, por aquel entonces vivía una de las etapas más bellas y brillantes en todos los aspectos de mi vida. Conocí a gente increíble, y como siempre, gente que no lo fue tanto.


Este texto lo escribí pensando en “los amigos que sabemos bien, no son nuestros amigos”, las miradas hipócritas, la camaradería deshonesta, la competencia para ver quién es mejor que quién, las charlas que penden de un hilo: el de la amistad cotizada por los eventuales intereses que pueda devengar. Por años lidié con gente que charlaba conmigo solo porque tenía algo que necesitaban, pero tan pronto golpeé el suelo… Se fueron todos, dejé de serles útil y me desecharon.


Ante ello uno tiene dos opciones: llenarse de resentimiento y decir “les di todo de mí y recibí nada de vuelta” o esperar tres años, esperar que el enojo se haya ido, y hacer ese comentario de un modo más sutil y menos tóxico de lo planeado inicialmente. El resultado… “Narciso”.

La inspiración para uno de los dos finales de este texto sale de las celebridades (Amy Winehouse, Michael Jackson e incluso Britney Spears); en mi mente Narciso es alguien listo para recibir un premio más, un trofeo más para validar algo, para exponer o demostrar que era digno. Asimismo, pensé en cómo los medios están encaprichados con el término “celebridad” que olvidan la idea de humanidad llevando a sus dioses a cometer locuras.


Escribir “Narciso” fue una experiencia curiosa porque inicialmente quería conectar su historia con la de “El Solo”, en principio son dos personas cuya soledad se volvió una constante en sus vidas: para el ególatra sería porque se buscó su desdicha, mientras que el solitario se grabó en la cabeza que jamás tendría a nadie. Y el destino determinó rutas distintas para ambos: uno en una noche de gala fingiendo ser feliz y el otro en su propio funeral buscando salvación.


DISCLAIMER: Esta historia está llena de nombres, pero no es coincidencia, la mayoría son anagramas o variaciones de aquellos nombres que se supone iba a mencionar en la aireada y original historia que empecé a escribir en 2018; por ejemplo, Philippe, Killian, Alexandra, Sigrid, Nikolay (obviamente), Dennis y Johannes. Los demás nombres son guiños a elementos o personajes de las historias que están por venir.


GRACIAS POR LEER.
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