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Hoy me levanté y miré al techo todo el día, o bueno, eso creería de mí el tío cuyos hijos viven en Europa, ellos la tuvieron fácil porque a mi edad ya le daban vueltas al mundo y es que, por rosca, cualquiera consigue el trabajo que quiere en el momento que quiere. No critico a mi tío, la verdad es que él tiene razón… Sí, tío he estado mirando al techo todo el día, pero buscando respuestas y alternativas.
Hablando de alternativas, mi amigo el que postea mensajes de motivación personal tiene la fuerte convicción de que yo no he buscado bien, que tal vez debería golpear más fuerte las puertas que llevo tocando por años. La vida es fácil cuando has ganado premios por esto y aquello “Pluma de Oro”, “El mejor literato de nuestra generación”, le dicen de vez en cuando por Facebook ¿Cuántas hojas de vida habrá tenido que enviar para sentirse así de bien consigo mismo? Definitivamente no creo que hayan sido centenares, como las que he enviado a estas alturas.
Hoy me levanté y vi a los medios decir “miren a los jóvenes que hacen de todo para subsistir… el gobierno se olvidó de ellos”, revelan cifras desgarradoras, esas como que el desempleo en jóvenes de entre 18 a 25 años está sobre el 22%. Para mermar un poco el avispero que alborotaron dicen cosas como “la economía se contrajo durante la pandemia… se espera que con las vacunas se reactive la economía y con ella las oportunidades de trabajo” –¿Con qué ánimos puedo dejar de ver el techo si hay millones como yo en estos momentos?
Hoy me levanté y un nuevo emprendimiento apareció en mis historias de Instagram: pulseritas hechas con amor, golosinas y desayunos a la puerta de tu casa; “– esa es una bonita alternativa, veamos ¿En qué soy bueno? –” tan pronto termino la última silaba el negocio quebró, no hay clientes, argumentan. En la siguiente historia aparece mi amiga la influencer, la que ya tiene trabajo y a la que la vida la ha tratado bien durante la pandemia –porque tiene carro, casa y beca – diciendo con mucho nervio que hay que apoyar los emprendimientos, pero dejó quebrar al de las manualidades de su vecina.
Hoy me levanté e intenté el freelance, pero ante la falta de regulación de ese sector pues hoy se gana bien, mañana no se sabe. –Cualquier experiencia sirve– dice mi inocente hermana, la que está a año y medio de terminar su carrera. Mi papá me dice que lo tome con calma que en la casa no me piden nada, mi mamá me da todo el aliento que puede, pero ya se queda sin energía “– Usted es joven, todavía puede–; mi abuelita entra en desespero porque sabe, más que nadie, que no me gusta la quietud, que ya quiero empezar a devolver todo lo que mis padres han hecho por mí durante años “ojalá se le dé algo rápido para que le pueda ayudar a sus papás”, me ha repetido mi abuela sin titubear por dos años.
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Hoy me levanté queriendo probar el call center ¿Sabían que un agente bilingüe gana más que un profesional graduado? Por mi cuenta veía fluir al mes fácilmente 2 millones de pesos; por el lujo del dinero y darme "mis gustitos" dije que estaría por seis meses, al entrar mi expectativa pasó de seis a cuatro y de cuatro a menos de dos. Aplaudo a los que trabajan en un call center a sabiendas del desgaste mental y emocional que ello trae… Porque yo no pude, cedí rápido… Nací en 1998, eso me hace generación Z.
Hoy me levanté leyendo que la generación Z –los nacidos entre 1997 y 2010 – buscan o buscarán trabajos en los que sus logros sean aplaudidos, crecimos con la internet así que queremos trabajos en los que la creatividad y el flujo de ideas hagan parte del proceso, queremos un mentor (en vez de un jefe) que nos escuche y valore nuestras ideas, los ‘gen z’ no descansarán hasta encontrar el trabajo de sus sueños; pero yo, un vejestorio dentro de mi grupo generacional, ya me cansé, estoy exhausto de intentar, intentar, intentar, intentar todo… y tener a cambio nada.
Hoy me levanté con la idea de potenciar mis habilidades: crearé este podcast, potenciaré el SEO de mi blog para que pueda implementar en un parpadeo el sistema de suscripciones, aprenderé esto para agregarlo a mi currículo, invitaré a estos amigos para que creemos un proyecto independiente. Todas estas ideas e imaginaciones se quedan en el tintero porque mi amiga la influencer es buena diciendo “cuenta conmigo siempre” o “¿Por qué no emprendes solo?”, pero es igual de ágil al olvidar su influencia para motivarse a apoyar los proyectos de sus camaradas en necesidad. Las mentes con las quería independizarme dieron la espalda gracias a sus problemas y ansiedades latentes “Le tienen miedo al éxito”, me dijo una vez una tía para darme consuelo.
Hoy me levanté a rediseñar mi hoja de vida – Tal vez deba reducir el perfil, tal vez deba agregar a esta persona como referencia – todo para potenciar un pedazo de PDF que al final ningún empleador leerá, la asistente de Recursos Humanos, enviará un correo diciendo “Gracias por mostrar interés en la oferta, pero… No tienes experiencia, no tienes el perfil que buscamos, no nos interesa”. En otros casos las interacciones con las empresas se limitan a un correo que, sabrá quién, si lo abrieron o terminó en la carpeta de spam.
Llegar a la hoja de vida enviada número 100 es una experiencia bastante formativa: renuncias a los egos, renuncias al rechazo, renuncias a las expectativas y renuncias a tus sueños mientras aprendes en el proceso que la frustración está permitida por un momento, lloras y te sientes fracasado en dos segundos, y te recompones rápido porque hay que seguir enviado currículos; “hay que seguir golpeando puertas”, como dice mi amigo el campeón que comparte sin mesura lo mucho que adora su trabajo, mientras yo me levanto dubitativo sobre todo lo que he hecho a los veintidós.
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Hoy me levanté y le quité la foto a mi hoja de vida, de pronto y mi mamá tiene razón, soy muy joven y eso se nota. Un día leí en Twitter que a los hombres afro – y mucho más a las mujeres - no es que lo empleen mucho, y casi me como ese cuento; aunque si usted está trabajando en este momento ¿Dígame cuántas personas afrodescendientes o indígenas hay en su equipo? Consciente de que no soy un campeón rubio ‘oji verde’ quité definitivamente la foto que me había tomado semanas antes creyendo que necesitaba darle un toque más formal a mi HV.
Hoy me levanté y le hice caso a mi papá cuando me decía “estudie algo más, me duele verlo quieto”, empecé a checar otras opciones de carrera: ya fuese un nuevo pregrado, una maestría, una especialización, algo que me hiciera sentir activo y vivo otra vez… Me decepcioné por los precios, al rato me llamó una chica diciendo “somos de la universidad X y vimos que registraste tus datos ¿Te inscribo?” La frustración mañanera empieza conmigo diciéndole a Lizeth (la chica que me llamó) que solo estaba investigando opciones y comparando precios, porque me dio vergüenza decirle que no, si no tengo trabajo, mucho menos tendré capital para pagar un posgrado que tiene todo lo que busco, pero que cuesta 6 millones.
Al rato vi cómo mi amiga la influencer compartía en Twitter una foto con una carta que decía que era admitida en la maestría que siempre había soñado.
Hoy me levanté y me mordí los labios, me pasa cada vez que me excedo al pensar… Luego me muerdo las uñas, lo hago cada vez que estoy nervioso o ansioso por algo que puede o no puede pasar. Dije “necesito ayuda psicológica urgente, esta sensación de inquietud e insatisfacción por la vida no puede ser normal”, al rato me doy consuelo diciendo “Paciencia, Nico… Eso es cuestión de que se dé algo, tan pronto como tengas un buen trabajo ya no estarás deprimido, la monotonía y la frustración se irán y la luz alumbrará tu cara” Qué triste es que dependas de una oportunidad laboral para darle un giro radical a tu vida.
Hoy me levanté triste, pensando ¿Cuándo será? ¿Cuándo llegará “mi momento” ese que vaticinan los privilegiados? ¿Cuándo podré sentarme en la misma mesa que ellos? ¿Cuándo se me alumbrará el foco? ¿Cuándo dejaré de intentar y todo se dará porque el destino lo decidió? ¿Cuándo podré sentirme contento otra vez?
GRACIAS POR LEER.
PIE DE PÁGINA: Lamento mucho haberlos deprimido con esta historia, si usted está en las mismas que yo entenderá que no es fácil mostrarse optimista, pero hay que tener certeza y optimismo en que llegarán tiempos menos violentos… Si no, nos volvemos locos.
La lección de todo esto es: busquen ayuda cuando detecten ansiedades o depresiones como las descritas en este texto, yo no lo he hecho aún, pero luego de que esté público este post me verán leyendo al respecto. Lo segundo, y reitero, no desesperen y busquen gente que de verdad les de aliento y ganas de seguir viviendo.
Lo tercero, ignoren esos mensajes de éxito que suelen ver exageradamente en redes sociales: alégrense por los éxitos de sus amigos de verdad, ellos serán los primeros que se pongan de pie cuando sumercé esté en mejores tiempos que estos. NO SE COMPAREN CON NADIE, coman sano, lean mucho o escriban sin sentidos (como yo) para que las toxicidades de las redes sociales no los permeen tanto.
Si no tiene empleo… No sé qué consejo dar, como se ha acabado de dar cuenta, no sé qué hacer con mi vida en estos momentos.
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