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Historias del baúl: IV. Brujería

Foto del escritor: Nicolás GodoyNicolás Godoy

En tiempos donde el misterio quemaba con un rojo intenso, vivía una bruja blanca; aquella hechicera era de las más poderosas y nobles de su linaje, un linaje que tuvo que separarse, pues por aquel entonces corría el rumor que la inquisición no era contemplativa con los que practicasen la magia y las artes oscuras; y aunque nuestra bruja no dañaba ni a las moscas que volabaN sobre su choza, el temor a la persecución y los destinos trágicos la llevó por precaución con unos nobles aldeanos que poco o nada sabían sobre las decisiones que había tomado la Santa Iglesia.


Con el tiempo, nuestra bruja blanca era bien recompensada por sus poderosos conocimientos y habilidades en la nigromancia o astrología, no era extraño que, por su reputación, los desconocidos o exiliados como ella se le acercasen de vez en cuando con interrogantes como – ¡Oh! Mi sagaz maga ¿Qué dictan los astros hoy para mí? ¿Cuándo podré, según el poderoso Sol, explorAr tierras nuevas? –. La bruja no se inmutaba y en un parpadeo tenía las conjeturas, los vaticinios, las lecturas y advertencias que los cuerpos celestes le revelaban sobre el destino de los mortales.


Una vez, en un encuentro con una alborotada aldeana, la bruja noble le advirtió sobre el adulterio que cometía su marido con la moza, una extranjera que había llegado a la casa de la aldeana; la pobre esposa, desconsolada, le pregunta a la bruja – ¿Por qué lo supiste? – La bruja no tuvo más reparo que decirle que el Sol del hombre estaba en Tauro y su Luna en Virgo y ante eso, compartir tiempo y espacio con un hombre nacido en mayo no sería un para siempre (ya que la cónyuge era Sagitario), consecuencia de eso, el marido buscaría entretenimiento en otros vestiDos… Así fue. El hombre fue castigado y la aldeana se volvió una mujer acaudalada que compartió gran parte de su fortuna con la bruja que aún vestía harapos y salía todas las tardes buscando conectar a los aldeanos con sus suertes y azares.


Años después se le acercó un hombre, de apariencia un tanto extraña ya que vestía de negro y sus ojos estaban apagados, como si alguna llama se le hubiese extinto en el alma. - ¿Cuál es tu signo? - Pregunta la bruja; – Yo soy Aries cuando el sol sale, pero Libra cuando se pone, soy místico porque juego a quebrar a los buenos, mientras confío y doy mi vIda por los malos –, respondió el hombre. La maga con cierto choque le dice - ¿Y a que debo tu abrupto acercamiento? –. El hombre le comenta que quería saber qué dictaba el destino con su amante, su musa la persona que, sin dudarlo vio algo bueno en él cuando los demás dudaron de lo podría lograr.


La bruja sin titubear le dijo: “No es hora de mirar atrás, la diosa oscura Lilith me dice que tu musa está inspirando y amando a otro en estos momentos. Saturno, el rey de la abundancia dicta que en lo incierto e inesperado habrá más horizonte por conquistar”. El creído Aries, “como un emperador seguro de sí mismo”, dudó del vaticino de la bruja, pEro le dio algunas monedas de oro que guardaba en su bolsillo, empero los meses que vinieron, se supo que el ariano se sacudió la miseria porque había encontrado consuelo y entusiasmo en la figura de alguien cuyo signo era Libra; nuestra bruja no pudo evitar sonreír - Recuperó su verdadera esencia-, dijo con un gesto de alegría que no pudo evitar esconder y que toda la plaza vio.


En medio de una charla casual dos vecinas elogiaban el poder de la bruja blanca que se paseaba todas las tardes por las calles de la pequeña aldea, buScando conectar a los desafortunados con sus suertes y musas, a las madres con sus hijos, a los pobres con la abundancia y el dinero; y a los rotos con la fórmula para reparar sus grietas. Sin embargo, en medio del cotorreo, las mujeres no pudieron evitar decir - ¿Por qué andará sola? Si no es una bruja oscura ya debería tener marido – dijo una, mientras que la otra aseveraba – Pobre, es una mujer tan bella, le ha traído bendiciones a todo el pueblo, pero ella sigue vistiendo harapos, caminando solitaria y buscando el bien para otros –.


Como en aquellos tiempos era usual, de boca en boca se empezó a rumorar que la bruja blanca no era lo que mostraba en realidad, sino que, detrás de tanta amabilidad y voluntad para ayudar a los otros se escondía algo perverso. Es así como en las tardes de caminatas, la maga no atraía nuevos clientes y las monedas fueron intercambiadas por desprecio como medio de pago y alabo; en cambio, recibía miradas extrañas, miradas que penetraban en su alma. Como la mujer tenía poco contacto con los mortAles, la aldea elevó sus sospechas en frases como: “En su choza guarda pócimas para practicar magia oscura”, “convierte a todos los hombres en piedra por eso no se ha casado”, “le ha echado el mal de ojo a mi hijo ¡Detestable!”


¿Qué de todo eso iba a saber nuestra bruja? Ella solo andaba con su baraja de cartas y una túnica, que usaba para conectar con los dioses del cielo: las estrellas, planetas y galaxias. Para evitar las miradas que calaban cada vez más en el alma de nuestra noBle hechicera, empezó tomar caminatas nocturnas para evitar chocar con un pueblo que cada vez aseguraba a voces que la pobre bruja blanca había hecho algo malo, solo porque su astral espíritu guarda un poco de misterio pasa sí.


Para parar los rumores la bruja blanca decidió tomar un poco de magia oscura y armar una poción: “elixir del silencio”, era el nombre del hEchizo que aparecía en un libro celta de rituales, un vademécum que solo las brujas oscuras poderosas del aquelarre saben. Así que sin mediar palabras nuestra hábil hechicera quedó estática en medio de la plaza y lanzó el encantamiento, una serie de palabras en latín y todos los aldeanos la volvieron a adorar, los rumores vacíos acallaron por un rato.


La letra menuda que la bruja no omitió fue: “En este encantamiento completamente no has de fiar ya que la pócima efecto no tendrá con el amor real, has de encontrarlo en dos puestas de sol, si no, por la eternidad serás condenada cuando el segundo sol se ponga”. Sin tener en cuenta la poderosa advertencia, nuestra pobre bruja voLvió a salir a las calles, de nuevo las monedas de oro llovieron y la admiración llegó tan alto que ninguna hábil gitana o maga impostora fue capaz de igualar y así la bruja vio pasar su primera puesta de sol.


Al día siguiente y en medio de su nueva imagen la bruja conoció a un poderoso hombre rico que intentó galantear con la inocente hechicera y ella cayó – Tiene los ojos más azules y puros que haya visto jamás –, pensó la bruja. Lo que no sabía ella era que el opulento caballero ya tenía dueña, otra mujer poderosa de la región que le visitaba de vez en cuando. Tan prOnto como se enteró del rumor la bruja empezó a llorar desconsolada y a renegar – El amor no es para mí, jamás será para mí… Soy una bruja –, tan pronto como la primera lágrima cayó sobre el suelo se le acercó un caballero, le ofreció una rosa y una margarita.


– ¿Qué hace una mujer tan bella lagrimeando sin consuelo? – Dijo el caballero, la bruja recibió las flores, se limpió la cara y sonrió – Así se ve un tanto mejor – prosiguió, la bruja le contó sus problemas y el hombre un tanto empático le dijo que no debía amargarse “esos son problemas Que tienen solución”, el caballero le tomó la mano y tan pronto hizo ello el aire cambió. Los aldeanos comenzaron a gritar – ¡Bruja, bruja, bruja! Quémenla –. La hechicera miró desprevenida a todas direcciones y solo notó las miradas aireadas de toda la aldea, tan pronto vio los afanes criminales de todo el pueblo, la bruja corrió despavorida al norte, donde quedaba su vieja choza.


Las vecinas que en antaño hablaban bien de la bruja ahora la hostigaban con antorchas, garrotes y tridentes, la gitana de la villa, quien era mejor amiga de la noble mujer, lideraba la cacería, eso sí, tenía la cara cubierta para que la aldea no notara qUe era también una maga irregular. El pobre caballero, sin saber lo que estaba pasando fue detrás de la furiosa multitud, pero para impedir la barbarie que estaba a punto de suceder. Mientras todo esto pasaba, los herreros del pueblo preparaban una hoguera en el centro de la plaza que frecuentaba la hechicera todos los días desde que había llegado a la aldea.


Fue un minero quien increpó en la vieja choza y encontró a una pobre mujer llorando en la nada, la bruja sin saber lo que estaba pasando, y en mEdio del desconsuelo, forcejea con el minero para impedir que se la llevara y la sacase a la fuerza de su morada. La bruja solo seguía oyendo - ¡Quémenla! – mientras oía las risas de alegría de todo el pueblo que celebraba porque había sido atrapada. La celebración fue liderada por las otras magas, gitanas, mujeres solteras y adivinas quienes odiaban las poderosas habilidades de la noble bruja. Allí la bruja cambió la tristeza y desconcierto, por enojo y potente aversión.

– Los maldigo a todos – gritó la hechicera mientras era llevada a rastras al centro de la plaza. El pobre caballero, el que intentaba impedir el crimen, siguió a la multitud y desorientado aún tenía la misión de salvar a la bella bruja que hizo lo que ninguna mujer se dignó a hacer antes: recibir sus ofrendas de rosas y margaritas para luego mostrarle una sonrisa; resulTaba que el caballero era el vendedor de las más hermosas flores y siempre se paraba en las tardes esperando a nuestra condenada bruja, porque sabía que siempre se asomaba antes de las puestas de sol… Muy tarde apuesto caballero, el humilde hombre decidió lanzarse a la bruja cuando el segundo sol que la bruja tenía como plazo se había puesto.


Llegando a la plaza, los aldeanos empezaron a arrojarle piedras mientras era atada a un tronco, toda la aldea se congregó alrededor de la plaza: los niños huérfanos, los vagabundos, los hacendados, los campesinos, los ciegos y sordos, todos estaban allí para ver quemar a una pobre y blanca bruja que cometió el error de prestar atencIón a los rumores de las vecinas, a la pobre que no se enamoró a tiempo como dictaba la Santa Iglesia por aquellos tiempos donde la magia centellaba naranja como fuego, fuego que usaron los aldeanos para encender la hoguera.


Mientras las llamas subían rápidamente por su cuerpo la bruja empezó a recordar su vida: cuando se movió a la aldea, cuando ayudó a la pobre esposa, cuando vio fuego en el ariano nómada, cuando todos le deseaban suerte. Para evitar pensar en el inaguantable calor que estaba ya sobre sus cinturas, la bruja miró al horizonte – Pronto seré libre –, dijo con cierta seguridad. Acto sEguido, miró a los ya malditos mortales, quienes la quemaron sin escuchar su confesión, sin defensa, sin piedad; y vio a un pobre hombre llorando era el caballero de las rosas y margaritas, el fulano que no movió las fichas a tiempo.


La bruja iba siendo consumida por las llamas y el show dejó de ser interesante para los aldeanos quienes se retiraban uno a uNo para regresar a sus actividades nocturnas. Cuando todo ello pasaba, el alma de nuestra pobre bruja se desprendió del quemado cuerpo y vio que, mientras todos se iban sin compasión, el pobre caballero se quedó allí, solitario, sujetando las rosas y margaritas que una mujer le había recibido por primera vez; mientras iba camino a recibir el juicio divino – uno más recto que el propinado por los mortales – el alma de la bruja se alegró, los astros y diosEs a los que siempre miró buscando ayuda estaban alineados de modo tan correcto que supo que por fin alguien la amó por primera vez, solo debió tener un poco más de paciencia antes jugar con los mortales.

 

LA INSPIRACIÓN: Este texto es, tal vez, la historia más reciente de las siete que les compartiré (a excepción de “Veintitrés” que es la última y aún sigue a medias). Cuando leo este escrito completo no puedo evitar pensar “¿Qué droga me estoy “metiendo” para salir con estos enredos y tramas?”


Durante 2020 me hice amigo de una persona en un lugar donde jamás esperaba salir de allí con amigos o compañías incondicionales (después de eso creo que 2020 no fue nada malo). Ella, mi amiga, sabe bastante de astrología, o bueno, al menos lo básico como para salir con cartas astrales, sinastrías y charlas en las que debemos evitar a la gente del signo “Virgo” a toda costa.


Siempre quise escribir cómo ella y yo nos sentamos a hablar de nuestros corazones rotos, del karma y de cómo la gente de signo Cáncer es la más tóxica del planeta así que un día, de lo improvisto, llegué con una línea (que incluí en el texto) que amo y amé desde el momento que la vi escrita: “Yo soy Aries cuando el sol sale, pero Libra cuando se pone, soy místico porque juego a quebrar a los buenos, mientras confío y doy mi vida por los malos”.


Con semejante línea siempre estuvo la base de aquel relato que llevaba como título “Astral”, por semanas en “Astral” reposaba ese pedazo de texto porque no supe cómo desarrollar la trama del relato astrológico. Luego terminé “El Solo” y por alguna extraña razón sentí que tenía que incluir como fuera algún relato sobre la Edad Media y no hay nada más misterioso y medieval que la astrología así que “Astral” se llamaría ahora “Brujería”.


En mi cabeza la bruja blanca y ‘el solo’ se conocieron, mientras el solo partió por el dolor de su ruptura, la bruja blanca murió quemada y abrumada por las señales que no supo distinguir… Ambos perecieron por haber confiado en las personas equivocadas. En mi cabeza “El Solo” es el hombre que ve la bruja en sus últimos momentos, cuando ella mira al horizonte, una especie de anticipo de lo que verá en la post-vida; cuando llega al limbo se encuentra con ‘el solo’ quien busca un poco de esperanza para vivir de nuevo.


Esta historia tiene conexión directa con “El Hotel”: Como ya vimos también, gracias a la bruja blanca, Adelaida y su mejor amigo pudieron construir el hotel de sus sueños, justo en el pueblo que antes la vio quemarse. El mejor amigo de Adelaida también vio al caballero y a la bruja, pero su versión de los años 50 ¡Qué vivan las historias que se conectan!

GRACIAS POR LEER.
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