Los románticos sin esperanza: 1. la introducción

Quisiera entender por una única vez ¿por qué es que necesitamos (o necesito) compartir y dar amor a otra persona? Es increíble que en estos casi 20 años no entienda y no sea capaz de andar por la vida solo, dándome amor de cualquier modo.

Siempre tiene que llegar alguien que te acelere el pulso con cada saludo y te deje triste cada que dice buenas noches, que te haga pensar con el corazón y no con el cerebro y aisle cualquier intento de ser racional, que te alborota las mariposas cada que ves su anatomía, que te lleve a otro planeta con un beso y que tome de vuelta a Tierra con un abrazo; sucede a veces cuando estoy en una cita con el único hombre que he amado me pregunto porqué esa necesidad.

Y ese mismo hombre me responde muy furioso y radical: que es esta sociedad la que te dice con quién debes estar y qué hacer. A mí me resultaba increíble lo que decía ese chico que caminaba solo por las calles que lo vieron crecer. No le entendía, ese hombre está conmigo, está sólo, pero antes de que él llegara a la Fortaleza Soledad ("el único lugar en donde puedes aprender a amarte a ti mismo") había fallado igual que yo, le habían roto el corazón; pero estaba aquí, él estaba conmigo buscando el amor que todas esas malas experiencias le hicieron perder: el amor por sí mismo.

– Quiero salir contigo–, me dijo este chico un sábado en la mañana, y sin dudarlo me arreglé me puse lindo, quería que si al menos nos íbamos a sentar en un andén me viera bien para él, salí muy puntual, porque eso sí, este hombre está aprendiendo a manejar su tiempo y como cualquier "Señor del tiempo" (él es un aficionado por Doctor Who, cree en la posibilidad de controlar el tiempo –¿Por qué no empezar siendo puntuales?– Dice.) no permite que se desperdicie el tiempo, en ninguna fracción de segundo. 

Pude llegar puntual, cuando lo ví, lo vi muy triste, con la cabeza abajo y aunque lleve en su cara esa particular seriedad que advierte que "no pasa nada, que no hay problema" yo que lo conozco desde momentos inmemorables, sabía que estaba pasando algo: su familia de nuevo, estaba tratando de pisotearlo y criticarlo, como hace tiempo no lo hacían, no sabía qué hacer o qué decirle. – Todo va a estar bien, ignóralos, eres consciente de lo que sabes hacer, eres el rey del mundo y el chico que yo amo–. Él me sonrió como particularmente lo hace cuando está tímido o sabe que le subieron el ánimo, me compró un helado y nos sentamos en el centro de la plaza. 

– Sabes que he cometido muchos errores ¿Verdad? Que no soy perfecto ¿Por qué me sigues queriendo?–.. me dijo

– Ah. Suspiré– Por eso te quiero, porque hemos cometido los mismos errores, me entiendes como nadie y además eres la única persona en la que puedo contar ahora–. Le dije.

La charla continuó, juro que abrí mi helado y como un niño enérgico probé la primera cucharada, era de arequipe, mi favorito, mientras empezaba mi helado, él me hablaba, me dijo que quería recordar todas esas historias que lo hicieron llegar a mi, no me opuse, sé que es como catarquico para mí y para él, además del hecho de que nos gusta recordar cómo nos conocimos y estamos juntos ahora, estas son las historias que me contó:

GRACIAS POR LEER