Los diccionarios de vocabulario gamer definen la palabra achiever como: El jugador que busca siempre cumplir todos los objetivos propuestos por el juego, ya sean principales o secundarios, como completar su historia, obtener todos sus logros, objetos coleccionables, etc.
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Es la ciudad de oro, un lugar lleno de luces, tecnología y máquinas teletransportadoras, para el 3011 aquella metrópoli es conocida por ser un espacio en el que los poderosos son cada vez más poderosos y los miserables cada vez más faltos de gracia. Ante eso y para ver un poco de color en la vida, los infelices como yo nos reunimos en los arcades de realidad virtual para ver a los mejores de nuestra casta derrotar a los iluminados que solo conocían los lofts de sus hoteles. Allí conocí al achiever[1]yo iba todos los martes y allí lo veía, desde el hall de apuestas, porque a los noobs [2] como yo, que poco o nada sabían de los cheats[3] o alternativas que escondía aquel videojuego, no nos dejaban estar cerca de las consolas.
Para el mismo año, y para demostrar que si valía algo en aquel rincón en donde solo los indigentes vivían, logré comprar un Play StationX3200 una consola similar a las que se usaban en aquel arcade. Luego de varias partidas e insomnios logré ser el MVP[4] por once temporadas consecutivas, estaba listo para demostrar a todos en las competencias de realidad aumentada lo bueno que me había vuelto. Yo, el improbable que se repetía a sí mismo meses atrás: “jamás serás como ellos, no te acerques… jamás serás como ellos, no juegues con ellos… ellos se burlarán de ti, eres un novato anda con cuidado”.
Aquello era bien sabido ya que el destino dicta que cuando usas camisas rojas y auriculares para cancelar el ruido del entorno, en los foros te dan la medalla del lento y el nerd, te cierran las puertas y te niegan cualquier posibilidad de mostrar todo tu potencial. Recuerdo que siempre me terminaban delegando tareas no tan complejas, misiones fáciles de completar porque tenían miedo de que dañara todo el progreso de aquel grupo; uno que era como la escuela, todos tenían sus personajes, roles y objetivos seleccionados.
Allí yo era el rechazado que no es bueno para los juegos de destreza y acción, el tonto del que todos se burlan, el lento que todos eligen de último, el improbable que intenta encajar en algo además de su grupo de amigos, una agrupación de partes que jamás se ajustaron donde deberían. Una manada que solo aspira, tanto en los juegos como en la escuela, llegar al nivel 11 de aquel ecosistema salvaje, conquistar esta casta que no verán sino hasta cuándo hayan derrotado al jefe final… la del poder y la admiración.
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Con el tiempo logré derrotar villanos, recolectar tesoros y recompensas que me darían la experiencia suficiente para llegar al codiciado nivel 11. Mi reputación y experiencia mejoraron notablemente así que terminé llegando al anhelado objetivo para el año 3014. Allí tenía nuevas metas por dominar pues en los debates en línea se comentaba que el décimo primer nivel abre la puerta un nuevo botín, uno más complicado de conquistar, uno que solo los pros logran completar; e incluso a ellos, ese reto les toma décadas dominar… Así que aquí estoy yo de nuevo en los arcades queriendo demostrar que valía algo.
En una amplia y oscura habitación estaba también el achiever, esperando con un tipo de curiosidad aventurera, la arena del nivel 11. Él y yo no fuimos los únicos que llegaron al codiciado nivel para el 3014: En la sala de espera había un ensombrerado brawler[5], amigo del achiever, quien destacaba por su coraje y su falta de temor ante los más feroces jefes finales; esperanddo también estaba Danielle una healer[6], la mejor de su casta, una desenfadada que solo quería ayudar a los demás. De los rostros que recuerdo, destaco a Tiago, un hardcore gamer que dedicaba toda su vida a los juegos, tanto así que conquistó el nivel once en cuestión de semanas; además de la friendly Lorraine que siempre nos sacaba una risa en los foros y chats.
El cronómetro empezó su cuenta regresiva de un minuto y les conté a todos en aquella sala que luego de terminar el nivel 11 sería el mejor dentro de los miserables, aspiraba llegar tan alto que me harían altares y nombrarían calles en mi honor como hacen con los dioses de la ciudad de oro. Inevitablemente recordé que en 3012 me ignoraban, en 3013 – cuando por fin dejé de usar camisas rojas – se reían porque el tímido del chat no lo lograría y ahora, en pleno 3014… Me ovacionaban por la seguridad con la que lo decía, el noob se volvió por fin alguien, logró la aprobación que por años buscaba.
Al ponernos los lentes de realidad aumentada, la partida arrancó y de repente tenía un mensaje privado en mi bandeja de entrada, era el achiever que me pedía de favor que jugáramos en modo cooperativo, juntos, para poder completar el nivel 11 con éxito, él quería que fuéramos compañeros de juego. De inmediato recordé cuando lo vi jugar por primera vez en 3011. Las inseguridades de antaño me bloquearon de nuevo –¿Por qué querrá juntarse conmigo si yo soy el peor de todos? –, pensé. Pero con cierta cautela y sentido de estrategia acepté su invitación: sabía que el achiever quería pasar, como diera lugar, el último nivel, yo estaba de acuerdo; además, el renombre del hábil jugador me ayudaría a elevar la buena racha de aprobación y popularidad que estaba palpando como gamer, ello se sentía bien: el achiever era la herramienta perfecta para llevar mi prestigio a otro nivel por la figura que solo su nombre representaba… La suerte.
El videojuego era complejo porque era una mezcla de todos los géneros habidos y por haber: desde shooters en battle royale, carreras, acertijos y destreza mental hasta peleas incansables con terribles jefes finales. El nivel 11 tenía doce objetivos que debían ser completados para conquistar definitivamente el juego, se dice que pocos, decenas, han logrado completarlo. Jugando en modo co/op [7]con el achiever logramos completar las primeras dos misiones del juego. La sala de juego era un lugar ruidoso y lleno de gente insertando su suerte en máquinas tragamonedas, pero por primera vez todo se calmó, los miles de personas que visitaban ese sitio se congregaron para ver a cinco personas completar un juego de realidad aumentada.
Durante la primera hora de juego, Danielle y el brawler habían perdido dos de sus tres vidas así que fueron inmediatamente descalificados, quedando solo tres personas en pie llegamos a un ‘checkpoints’, un espacio donde los jugadores teníamos la oportunidad de descansar un poco y reponer energía física y mental. Así que, justo en un punto de control, le pregunté al achiever su nombre real – ya que, por aquel entonces en mi mente solo era “el achiever” – ello me parecía pertinente porque habíamos completado dos misiones del nivel juntos, así que teníamos un buen tiempo estratagemas para avanzar exitosamente en la campaña.
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Cuando le pregunté su nombre, me dijo – Soy P3t32208 –, un nombre largo para un jugador con semejante intelecto. – Perfecto, yo soy 11N1ck40 –, sonreí para evitar decirle lo largo que sonaba ese nombre y de inmediato volvimos a ponernos los lentes y completar así las diez misiones que faltaban. En la sala, mientras todos veían nuestro, yo seguía ganando popularidad y él las monedas más brillantes de toda la arena.
Terminando la misión cuatro del juego, un complejo rompecabezas, el achiever se quitó sus lentes de realidad aumentada y en frente de todos los que en el arcade monitoreaban nuestro progreso el achiever me levantó y me dio un abrazo que me dejó sin aire por unos segundos, luego del sorpresivo apretón pensé – Tal vez estoy ganando un mejor amigo de verdad –. Ello pasaba mientras los miles de personas en el arcade hacían sus apuestas: “Justo antes de llegar a la misión doce, uno traicionará al otro”, pensaban unos “yo apuesto todo por el noob porque seguro debe guardar alguna arma sorpresa”, murmuraban otros.
El cotorreo llegó a la sala de realidad virtual en la que competíamos, sin embargo, durante la misión cinco, la energía cambió; de breves discusiones de estrategias y trucos para avanzar en el juego, pasamos a charlas eternas en las que jurábamos que después de terminar el nivel 11 nos seguiríamos viendo y compartiríamos más tiempo, no como colegas de co-op, sino como amigos de verdad, con visitas improbables a la casa del otro, tardes de películas y noches en las que, en la misma habitación, jugaríamos videojuegos. Al final de cada ronda, como cualquier niño que entraba en negación, intentaba separar y aclarar las cosas con un sutil e irónico “¡Lo hicimos, compañero!” para olvidarme del exceso de confianza que me transmitía su compañía, para evocar mi soberbia y que esto de “amigos para siempre” era solo un comando más en la hoja de cheats.
Pasaron cuatro horas para que por fin llegáramos a la anhelada misión doce de aquel nivel, el objetivo era bajar la barra de energía al máximo del jefe final, era un juego de pelea así que el achiever se encargaría de ello, él era el mejor luchador de aquel videojuego, conocía combos que nadie en la arena sabía – Esto será pan comido –, pensé. La sala volvió a contener la respiración: unos esperaban la aparente traición, o que de repente nadie pudiera completar la tarea final y yo, veía al achiever… Ser un achiever, derrotar a los más feroces enemigos y hacerlo ver como matar moscas, lo veía lograr todo lo que se proponía. Un par de golpes y la barra de energía del temible jefe final (un horrible reptiliano) bajó a 60%, un doble combo final del achiever y yo y el arcade se estremeció en gritos que se oyeron en toda la ciudad de oro.
–¡Lo hicimos! – dijimos el achiever y yo al unísono cuando nos quitamos los lentes de realidad aumentada, con la voz entre cortada por la sorpresiva victoria, nos dimos un apretón de manos y un abrazo que apareció en la primera plana de los periódicos digitales del mundo. “Dos jóvenes de la ciudad de oro logran completar el peligroso nivel 11”, tituló un diario. Al final del juego, se nos pide que registremos un nombre que acompañará el marcador final por siempre, el achiever escribió Dronic Groyco, un apodo que acordamos en una pausa antes de completar la misión nueve del juego, desde aquel entonces todo el arcade nos conoce como “Dronic: la dupla cuyo puntaje brilla más fuerte que cualquier anuncio en la ciudad de oro”.
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Los miles de personas que esperaron por horas en el arcade a que completásemos el imposible nivel nos llevaban arriba como dioses y nos llenaron de rosas y margaritas por el triunfo. De momento nos convertimos en dos deidades que lograron lo imposible para los mortales. Desde arriba pude ver cómo Tiago, Lorraine y Danielle también celebraban a su modo, con la multitud destaparon las botellas de vino blanco que aquel lugar insípido conservaba para ocasiones especiales; el brawler que todo el lugar creía era amigo del achiever desapareció del lugar, las malas lenguas decían que lo vieron camino a la nada lanzando insultos al aire y maldiciendo el nombre de los ganadores.
En una esquina del arcade aguardaban dos limosinas que el alcalde de la ciudad destinó para que nos condujeran a los dos hoteles más lujosos de la ciudad. El achiever y yo teníamos las manos juntas arriba en señal de victoria, pero las dividieron porque los coches lujosos no irían al mismo destino, uno iría al norte y otro al sur. Tan pronto como subí a la limosina el amable conductor me felicita por la impensable hazaña, me entrega una tarjeta de felicitación del líder del pueblo y empieza a conducir rumbo al sur. Mientras iba camino al hotel vi un holograma en lo alto de la ciudad que decía “¡Felicidades, Dronic!” y la foto del apretón que apareció en los periódicos.
Lo que ningún alma en aquel arcade sabía era que el gobierno había ofrecido una jugosa recompensa a la persona que completara el nivel 11 en cuestión de horas, como el achiever y yo lo logramos, el premio se dividió en dos, así como nuestro destino. Jamás hubo celebración de amigos, brindis de amigos o algo que pudiésemos celebrar juntos. “Era lo que yo quería”, pensé y recordé de inmediato que brillar más fuerte que el sol era lo que añoraba por tanto tiempo – Llegué donde quería estar ¿Quién necesita amigos? –, para justificar mi soledad pensaba que el achiever estaba pensando lo mismo que yo en aquel momento.
Era 3016 y no podía sentirme mejor, por el prestigio que gané era el mejor jugador, no solo dentro de aquel arcade de miserables, sino de todo el país; por temporadas me llevé grandes trofeos y recompensas, desbloqueé skins y descubrí niveles secretos, paisajes y arenas que no se muestran en los gameplays. – Esto se ve genial –, dije una vez, volteé a ver a la derecha, lado en el achiever siempre se posaba en 3014, pero había perdido mi mano de derecha, era popular, pero estaba solo de nuevo. Era confusa la sensación que recorría cuerpo cuando derrotaba los jefes finales de todos juegos y conquistaba la cima de los scoreboards, me sentía indestructible y poderoso, que las partidas incansables para demostrar que era el mejor darían un poco de alivio; pero es de madrugada y no tenía a nadie cerca para contarle mis glorias y aventuras.
Son las tres de la mañana, doy vueltas en la cama, la cruel sensación de pérdida no me deja conciliar el sueño. No puedo dormir porque tengo un sueño recurrente, voy en caída libre, directo al pavimento, sin paracaídas o algo que frene el golpe fuerte, siempre despierto antes de golpear el suelo porque es inevitable sentir miedo por el trágico final. Estaba oscuro de nuevo, el reflector se había apartó de mí, todo iba en picada ¿En quien confiar? ¿Quién iba a salvarme?
Los vientos de 3019 de golpean con bastante crueldad, tanto así que es inevitable que, la tormenta arrebate cualquier esperanza. Las medallas y los MVP fueron temporales, resulté vendiendo mis consolas y sueños al mejor postor cuando noté que los personajes a 8-bits, los alucinantes mundos virtuales que me deslumbraban en antaño, no daban ni el mínimo ápice de felicidad ahora. Justo cuando iba en metro camino a un oscuro hotel en ruinas a vaciar unas cuantas latas de cerveza, vi en una esquina iluminada al achiever, mi corazón se exaltó al ver la mejor amistad que tuve en aquellos días en los que nadie anticiparía que brillaría como oro de la más fina calidad.
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¿Pero qué haría yo ahora? ¿Qué le diría? Ahora rodeado de cervezas y compañías miserables que no tienen rostro… Caía en picada, pero como en 3011 o en 3014 solo ver al achiever me hizo sentir en casa de nuevo, decidí correr para alcanzar el apretado paso del campeón por aquel callejón. Corrí hasta quedar sin aliento y dije - ¿Una cerveza, Dronic? -, tan pronto como me vio, sonrió e intentó recrear aquel abrazó que registraron los periódicos en aquel verano del 14. Luego de hablar como nunca y celebrar por fin nuestra victoria, terminamos en su casa, un lujoso loft a las afueras de la ciudad de oro; entre charlas por el reencuentro me presenta a su esposa, una respetada cirujana de aquella metrópoli, tan conocida que tenía su propio programa en la televisión.
–He visto todas tus entrevistas y gameplays, en serio te convertiste en el mejor jugador de todos los tiempos ¿Qué se siente eso? – Me dijo el achiever, como sI él hubiese tenido el mismo momento revelador que yo – Estoy orgulloso –, aseveró. Mientras el achiever me comenta sobre lo increíble que es su vida ahora fuera de los videojuegos, no puedo evitar pensar en mi yo del 3014 y lo poco que he cambiado cuando estoy frente al achiever. Puedo tener veintitrés ahora, pero cuando estoy cerca a un amigo de verdad, la armadura del exceso de confianza y la soberbia se caen al instante y siento cómo vuelvo a ser un joven inmaduro.
La charla sigue y el achiever me ofrece la habitación de huéspedes para pasar la noche. Aquel día de agosto no pude dormir, no paraba de pensar en los buenos momentos que fueron y los insuperables que vendrán, siempre es bueno creer que la suerte y el destino fueron una transición: del noob frágil y sin amigos, al brillante y nunca solo MVP. En los meses que vinieron ‘Dronic Groyco’ volvió al ruedo en la ciudad de oro, pero cuando las luces de la victoria destellan con potencia sobre mi cara y no puedo distinguir quién es quién en la arena, de repente aparece el mejor amigo de todos mis tiempos – los buenos y los malos, los inciertos y los seguros – para despejar el panorama, para delegar calma y certeza sobre el futuro.
[1] Los diccionarios de vocabulario gamer definen la palabra archiever como: El jugador que busca siempre cumplir todos los objetivos propuestos por el juego, ya sean principales o secundarios, como completar su historia, obtener todos sus logros, objetos coleccionables, etc. [2] Noob es una palabra de la jerga gamer que hace referencia a un jugador novato o inexperto. [3] Cheats, trucos o códigos trampa dentro de un videojuego. [4] MVP, Jugador más valioso de la partida o torneo, a menudo lo calcula el propio juego de manera automática. [5] Los brawler (para la jerga gamer) son personajes con mucho carácter que se enfrentan a sus contrincantes sin sopesar los pros o contras. Son impulsivos, luchadores y preparados para la gresca. [6] healer hacer referencia a una clase de personaje cuya capacidad o función principal es curar a otros miembros del mismo bando o revivirlos. [7] Co/op hacer referencia al “modo cooperativo” de algunos videojuegos: El modo cooperativo resulta perfecto para jugar con amigos o para conocer gente nueva, sobre todo en los videojuegos online.
LA INSPIRACIÓN: “El Achiever” es un relato que empecé a escribir a mediados de 2019 y paré de escribir por alguna razón que no recuerdo ya. Luego llegó el 2020 y recuerdo que hacía fotos con olor a cuarentena y colores mientras por mi cabeza cruzaban pensamientos como “Nicolás, estas fotos van a ser la bomba” y me daba consuelo, por si eventualmente fallaba pensando: “Al fin y al cabo lo estoy haciendo por mí.
Sin embargo, había alguien que estaba en el palco VIP y no lo noté sino hasta el momento en que presenté por una sesión en Zoom la inspiración detrás de los “diarios de cuarentena”, él fue una de las pocas personas que se interesó e hizo ruido y barra para hacerme sentir que estaba allí. Olvidé su gesto hasta que encontré “Naturaleza Humana” y entendí que él inspiró el primer escrito que allí aparece, en medio de la “serendipia” pensé: “¡Tengo que agradecerle ya mismo!”
“El Achiever” tiene muchos toques de civilizaciones futuras, pero es la historia más aferrada a hechos reales de esta serie de siete cuentos… Fue chévere usar mi máquina del tiempo y volver a 2014 cuando, en vez de hacer tareas, el achiever de la vida real y yo nos poníamos a jugar Mario Kart o Mortal Kombat hasta la medianoche y luego en el colegio nos poníamos a perder el tiempo dibujando personajes ficticios, uno de ellos fue ‘Dronic’ (una mezcla de nuestros nombres). El achiever y la persona que inspiró “El Solo” han sido las personas más cercanas a la palabra “mejor amigo” que tendré por siempre.
Debo admitir que él párrafo final de esta historia me sacó lágrimas porque sentí cómo mi energía volvió a 2014 y vio a Nicolás llorar con ‘Ben’ de Michael Jackson porque en la canción el joven Mike decía: I used to say “I and me”, now it’s “us”, now “it’s we” (Solía decir yo y mio, ahora es nosotros, ahora es nuestro). Apenas escribí aquel párrafo se lo mostré al “achiever” real pero no sintió nada (HAHAHA), sí… Soy dramático.
Con el último párrafo recordé que quería escribir algo como este texto desde hace mucho tiempo, tal vez desde 2014, pero jamás hallé las palabras correctas: Agradecerle a un amigo a un por su compañía, aunque – en mis tiempos de inseguridad constante – yo hacía de todo para ahuyentarlo, creyendo que no merecía su amistad.
Afortunadamente uno madura y logra aterrizar sus ideas en estos textos.
GRACIAS POR LEER.
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