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The tales of 8 midnights: I. Fulano y yo

Foto del escritor: Nicolás GodoyNicolás Godoy


Espero que algún día la culpa no te deje dormir… Será entonces, a la medianoche cuando sentado en el borde de la cama contemples esta ciudad que compartimos y a la violencia que causaste porque aquel hombre egoísta, desatento y obstinado de 37 años era ya tu nueva “forma de ser”, un nuevo talante que todo aquel que hable contigo ya debe que tolerar. El pánico de todos a mi alrededor es grande, les preocupa destruir el vínculo de sangre, porque según ellos, este es grande: ¿Quién te detendrá? ¿A quién escucharás? La historia de tu desorden ya es mito y chisme entre generaciones.


Espero que algún día pienses en tu mamá, la gran matriarca, cuando la desplazaste de su lugar seguro y le arrebataste cualquier idea de tranquilidad o control sobre la vida. Ahora ella duerme poco, piensa en exceso y deja de cenar porque se preocupa por su hijo: el que nunca pudo controlar su vida, el que se sumerge hasta la media noche en cervezas y bebidas de engorrosa pronunciación ¿Cuándo podrá ella descansar? Ya son 81 años y todavía tiene que seguir viendo por sus retoños y los retoños de sus retoños ¿Cuándo podrá obtener un poco de vigor y gritar con contundencia ‘NO’ por primera vez?


Espero que algún día puedas ver desde el exterior a alguien que hace alardes de liderar a cincuenta y tantas personas en su trabajo, inteligente en las finanzas y en la vida laboral. Sin embargo, nuestro todopoderoso pierde cualquier habilidad cuando se trata de entender al chico de veintitrés que está sentado esperando el diálogo. Espero que algún día veas lo ridículo que se ve este hombre fuerte cuando visualiza al joven de 23 como la calamidad, el causante de sus desgracias, el que lo llevó a la quiebra, el que le quitó sus habilidades, el villano de cuento para dormir (o dejar de hacerlo).


Espero que algún día pienses en el karma: nuestro actuar trae inevitables consecuencias ¿Será verdad? Espero que en veintitrés años podamos vernos de nuevo, yo estaré en la ciudad de oro siendo lo que desafiaste que jamás sería; espero que no quieras volver a 1984 y deshacer todo el daño, espero que seas grande para admitir que está mal apuntar el dedo para llamar arrogantes a los modestos e ignorantes a las inteligentes. Espero que admitas que los hombres de verdad te hablan en la cara y no usan llamadas telefónicas para enredar y ocultar la magnitud de sus trampas. Espero que podamos brindar y pensar en los viejos tiempos con humor.


Pero por ahora, es medianoche y, como fantasma vigilante, mis ojos están aguados, mi sueño ausente y mi mente fluye con ideas para la venganza; es así como son tres las palabras que se repiten constantemente ¡Esto es guerra!



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